jueves, 25 de abril de 2013

RECONOCIENDO A VALDIVIA




Esta linda y emblemática ciudad sureña parece haber despertado de un largo sueño o al menos de un  estado de sopor, responsable de su invisibilidad para los turistas quienes en su recorrido por la zona de lagos y volcanes no se detenían en la otrora famosa Valdivia. Actualmente, la ciudad de los ríos renació al turismo y retoma su prestigio como una de las ciudades más atractivas del país.

Ahí donde llueve tres cuartas partes del año, el agua es protagonista indiscutida.Ubicada a una hora en avión desde Santiago, Valdivia es la única urbe chilena provista de ríos navegables. Se emplaza, privilegiada, entre el Calle-Calle, el Valdivia-Cau-Cau y el Cruces. Fundada el 9 de febrero de 1552 por el conquistador Pedro de Valdivia bajo el nombre de Santa María la Blanca de Valdivia, desarrolló de inmediato una importante actividad económica. 


Su ubicación a solo 15 kilómetros del mar, rodeada de brazos de agua y de selva sureña, la convirtieron en epicentro de actividad comercial, atrayendo la mirada de inmigrantes de diferentes nacionalidades, especialmente alemanes. Y el acelerado crecimiento económico generó vastas zonas patrimoniales. Aquí la receta es simple: siga al río. La primera parada es en la Feria Fluvial. Medio centenar de puestos de venta ofrecen los mejores y más frescos productos del campo y del mar. Por momentos uno cree estar parado en una isla-mercado en medio del mar: la constante fragancia del océano, la humedad y decenas de ruidosos –y famosos– lobos marinos, pelícanos y gaviotas acompañan a los feriantes. La mascota regalona de todos es “Bellavista”, el reconocido lobo marino ciego que de vez en cuando se pasea por las calles cercanas y provoca más de alguna congestión de tránsito.




Con sus 600 metros cuadrados, la Costanera de la Ciencia es la prolongación perfecta de la Feria Fluvial. En ella se encuentra el péndulo de Foucault más austral del mundo, instrumento de precisión que comprueba con sus constantes oscilaciones la eterna rotación de la tierra. Fue construido por el destacado Centro de Estudios Científicos (CECS) de esta ciudad.


La tercera parada del recorrido es el Museo Naval Submarino O’Brien. Comprado por la Municipalidad de Valdivia a la Armada el año 2008, este es el segundo de clase Oberon a flote en el planeta. Si sube por el Paseo Libertad llegará en dos minutos a la Plaza de la República. Allí se concentra el comercio detallista y se funde su patrimonio cultural con tecnología actual. Cafés, restoranes, librerías y centros comerciales están uno junto al otro. El Café Moro es una buena opción para un break.



Si se enamoró de los ríos, las embarcaciones atracadas al lado de la Feria Fluvial ofrecen completos paquetes turísticos para en una tarde conocer la costa valdiviana. El catamarán Marqués de Mancera y la nave Reina Sofía son dos buenas opciones. Al principio conocerá a los cisnes de cuello negro que habitan los extensos humedales del Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, marca registrada de la zona. Si tiene un poco más de tiempo, este viaje lo puede llevar hasta las islas Mancera y del Rey, donde podrá conocer los vestigios de los fuertes españoles que allí se conservan. El final del recorrido es un broche de oro: Corral. El puerto del sur de Chile que a principios del siglo XX era el principal corredor interoceánico y que soportó toda la furia del maremoto de 1960.




A orillas del río Valdivia y construido entre las ruinas de la ex Cervecería Anwandter, en Isla Teja, se halla el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de la Universidad Austral de Chile. Creado en 1994 por el artista visual valdiviano Hernán Miranda, el MAC permite conocer el trabajo de los más importantes artistas nacionales, en un espacio atractivo arquitectónicamente.

A media cuadra se ubica la Universidad Austral de Chile –una de las más importantes y hermosas del país– y su Jardín Botánico. En este lugar –de acceso gratuito y abierto los siete días de la semana durante todo el año– es posible observar cientos de tipos de plantas y decenas de especies arbóreas. Alerces, canelos y araucarias conviven en un entorno privilegiado.

Otra atracción imperdible es el Museo y Archivo del Terremoto y Tsunami de 1960. Emplazado en el Islote Haverbeck, a menos de 100 metros de la ribera sur del río Valdivia, reúne los más importantes vestigios históricos y documentales del movimiento de ¡9,5 grados Richter! que azotó la zona el 22 de mayo de 1960.

**Fuente: artículo publicado por View Chile N°4

por Macarena Velasco R.
Periodista P.U.C.
Asesora de Comunicaciones